
Lillian Bowman es la siguiente en la lista de amigas en "pescar" un marido y parece que tiene todo a su favor. Incluso un juego de adivinación le vaticina su casamiento con un hombre rico y poderoso.
Entonces, ¿Qué puede ir mal?
La respuesta es Marcus Westcliff, alias "el conde de las pesadillas de Lillian".
Desde el momento en el que se conocieron, ambos sintieron un mutuo deseo...un deseo de perderse de vista.
Marcus no puede soportar el carácter tan impulsivo y los pocos modales de Lillian y ella no puede soportar su carácter tan estirado y sus constantes críticas hacia su persona.
Todo eso hace que parezca que inevitablemente ambos no están destinados a estar juntos, ¿Verdad?
Pues no, si hacemos caso del dicho "Los que se pelean se desean", Kleypas ha formado en esta pareja a los que inventaron el mismo, porque la de pullas que encontramos a lo largo de la historia entre ellos dos aún me hace replantearme como es que no se mataron a lo largo de la historia.
Seré sincera, tuvieron que pasar meses y diría que incluso años, para que yo le tuviera cariño a Lillian. No solo en su libro, sino en los venideros también. Y no porque fuera una mala protagonista, sino porque su carácter me chocaba mucho todo el tiempo.
Si bien es cierto que me encantan los libros en los que las autoras arriesgan con protagonistas Americanas y que, por tanto, se salen de las normas de etiqueta londinenses, con Lillian creo que formó a la protagonista que más se sale del molde de todas. Y eso para mí fue un poco estresante, porque como digo, tiene muchos momentos cabezotas que dan ganas de darla algún que otro achuchón.
Sin embargo, y en relación a la historia romántica con Marcus, confieso que disfruté como una enana sus pullas y escenas, sobre todo una muy famosa que tiene como protagonista secundaria a una pera. Si, una pera, la inesperada fruta de la pasión en este libro.
Y no contenta con eso, la autora nos pone como Cupido el increíble pero misterioso perfume "Dama de la noche". Un perfume que, al igual que si fuera un anuncio actual, la persona que se lo pone encuentra a su media naranja sin más esfuerzo que abanicarse cerca del especímen elegido.
Y eso es lo que hace nuestra Lillian, embadurnarse del milagroso perfume. Con tal mala suerte que solo funciona...con Marcus Westcliff. Bienvenidos a partir de ese momento al mejor cortejo de la historia, en donde entre los perfumes, las peras, las carreras de caballos, la comida blandengue londinense, las mariposas y los invernaderos se convierten en los escenarios predilectos para un romance a fuego lento que hizo las delicias de mi yo lectora cada vez que estos dos se juntaban.
En cuanto a los secundarios, destacar como personaje muy interesante por su giro final a Sebastian Saint Vincent. No hay que perderle de vista al leer este libro, porque tiene todos los ingredientes de libertino profesional que harán que estés deseando que salga cada vez más para ver qué le depara el futuro. Y bueno, si hay que poner un pero a este libro, es por culpa de la Condesa Westcliff, la madre de nuestro prota, que lo único para lo que sirve es para amargar el libro y por ende, la felicidad de nuestros tortolitos.
Como dije en el anterior, esta serie mejoró mucho con el tiempo y con cada libro la autora se fue superando a la hora de contar las historias de estas amigas.
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