El mito de Hades y Perséfone es de mis favoritos y cuando vi que había un retelling sobre ellos, me dije que tenía que leerlo lo más pronto que pudiera, porque además tenía unas críticas muy buenas en las redes sociales. Y aunque tardé más de un mes en que estuviera libre en la biblioteca, por fin le tuve en mis manos y empecé a leerle…. pero me llevé una gran decepción.
Si tomamos como referencia el mito original, Hades y Perséfone no se conocieron en las mejores circunstancias. Perséfone, hija de Deméter, era una joven hermosa que llamó la atención de Hades una vez mientras estaba en el campo recogiendo flores. Éste, cegado por su belleza, decidió llevársela con él al inframundo. Deméter, la madre de Perséfone, no se tomó muy bien todo aquello y cayó en una depresión tan grande que toda la tierra de quedó sin vida. Tan grave era la situación que hasta Zeus tuvo que intervenir para que su hermano entrara en razón y soltara a Perséfone.
Pero ya sabemos como son los Dioses, que no hacen lo que se les ordena de la forma en que se lo piden, y bueno, para hacer la historia corta, digamos que aunque Zeus tuvo parte de éxito con Hades al convencerle de dejarla ir, ésta de todas formas tuvo que pasar seis meses con él cada año.
Sin embargo, en este libro, aunque tenemos a un Hades que, al igual que en el mito original, es el Rey/Dios del inframundo y vive en la zona del “Olimpo” que le corresponde. Su personalidad es muy diferente a la del mito. En este libro Hades es un personaje que ha vivido aislado toda su vida en la parta baja de la ciudad. Cuando era pequeño, sus padres fueron asesinados por Zeus, por lo que desde que prácticamente tiene uso de razón, solamente se ha estado preparando para su gran venganza en contra de Zeus. Y para ello, ha contado con la ayuda de Andreas.
Por lo que cuando Perséfone aparece en su lado del río tratando de huir de los esbirros de su peor enemigo, ve la oportunidad perfecta para usarla como arma y como seguro para llevar a cabo sus planes. Pero....
Y ahora es cuando empiezo a hablar de los peros de esta historia. Aunque antes me gustaría destacar lo que me ha gustado del libro, y es relativo a la ambientación de la historia.
Olimpo no es un lugar remoto ni un monte en el que los Dioses viven, sino que es una ciudad con sus callejuelas, sus rascacielos y sus tiendas y edificios. Los Dioses no son eternos y pueden morir y digamos que es más bien como un título que se hereda de generación en generación y finalmente las personalidades de los ya mencionados no son casi ni remotamente parecidas a los originales, lo que les da un toque fresco y a la vez impredecible.
Esa parte de la trama me ha gustado mucho, porque hemos podido ver algunas de las características de los dioses elevadas a la máxima potencia, como es el caso de Zeus, que ha sido un desgraciado desde el momento en que apareció (lo de mujeriego y mandón ya lo sabemos de los mitos originales) Así que en ese sentido la autora le ha sabido dar un enfoque que me ha gustado bastante, porque me ha hecho creer que realmente había diferencias entre una zona del Olimpo y otra, y que estaba viviendo en una especie de Hollywood de deidades en el que la farándula, el chismorreo y las apariencias son lo más importante para que seas adorado.
Problema número 2: La venganza en contra de Zeus pasa un segundo plano tan rápido, que nunca he tenido claro cuáles eran los planes reales que tenía Hades para con Zeus con Perséfone como protagonista más allá que enfadarlo porque se están acostando y gritando a los cuatro vientos que están juntos.
Problema número 3: Los personajes secundarios. Muchos tenían potencial para esta trama que implicaba poder, Dioses y venganzas, pero se han quedado en eso, en potencial. Hermes, mensajero de los Dioses ha tenido apariciones muy breves interesantes y otras que daba igual si estaba allí o no, pero su papel ha sido fundamental entre los distintos bandos del Olimpo, solo que hemos visto pequeñas pinceladas que han hecho que no sepa muy bien qué pensar de ella y no sé si me cae bien o mal
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